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El Club

El niño de Marín que llegó a A Madroa para convertirse en leyenda: ¡Hasta siempre Hugo!

RC Celta

La camiseta del RC Celta que se enfundó en A Madroa con 12 años dejará de ser visible. En su próximo partido se pondrá otra, que honrará como siempre ha hecho, pero tras el pitido final, ahí resurgirá la celeste. La que lleva día y noche desde niño. La que no se distingue de su piel.

Sus cifras son impresionantes, parte destacada de la historia del club, pero ni la suma de todas ellas: partidos, temporadas, goles, asistencias… definen con justicia su figura. 449 partidos si, y en cada uno de ellos dejó una parte de su alma, en cada uno de ellos defendió el escudo con el mayor empeño, con ahínco y decisión. Y en muchos de esos encuentros jugó con dolor, con lesiones que limitaron su rendimiento e incluso deterioraron su imagen, pero no restaron nada su entrega y coraje.

14 temporadas si, y en cada una dejó valiosas enseñanzas. Acogió siempre con los brazos abiertos a los canteranos, les mostró con mimo el camino a todos los que sueñan con ser como él, los cuidó como solo otro canterano puede hacerlo.

En cada una de esas campañas se ganó el brazalete de capitán. Lo llevó con compromiso y dignidad, con inmenso orgullo. Hizo de él una parte importante de su vida y así, con ese amor al club refrendado en cada minuto de juego, en cada segundo dentro del vestuario, él mismo pasó a ser una parte importante de la vida de este club y de su afición.

El RC Celta pierde una referencia, un guía, pero no un celtista. Y gana una leyenda.

Gracias por todo, Hugo Mallo.

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