Es una consecuencia. Una consecuencia de una afición entusiasta, de una cantera única al cobijo de grandes veteranos, de un fútbol pleno de valentía y ambición, de convertir el “queremos más” en un objetivo y no en un lema vacío, de creer, querer y soñar.
El RC Celta regresa a Europa, Europa regresa a la vida del RC Celta, por décima vez, casi 10 años después. Con 10 futbolistas y empate en el marcador se quedaba este equipo hace unos días y el partido acabó con jugadores y jugadoras celestes celebrando una victoria clave, mezclados con la afición, cantando al unísono. Esa imagen define este éxito. De la grada salieron muchos de los futbolistas que lucen ahora el escudo en el campo, nunca dejaron de ser parte de ella.
Y falta un 10 en esta serie de coincidencias, pero ni siquiera hace falta verbalizar a quien corresponde, ni ensalzar lo que hizo o soñar con lo que hará. Sus lágrimas de frustración y tristeza en Old Trafford son ahora de felicidad.
La afición vive con entusiasmo este regreso, se siente parte de él. Y lo es, más que nunca. El Celta vuelve a Europa con una clara identidad, con raíces fuertes y profundas, con orgullo, de la mano de los hijos de una pasión.
Otro 10, gigante de nuestra historia, se sacó una vez su camiseta celeste para mostrar un mensaje que este club, dirigentes, plantilla, cuerpo técnico y empleados gritan: Gracias, afición.